Aunque soy escritor de terror y escribo sobre ritos oscuros y dioses que no existen, que son ficciones, soy católico. De hecho, no podría escribir mis relatos si no fuera porque siento, personalmente, que gracias a Dios puedo ser quien soy ahora. Esta pequeña ermita es una muestra de respeto a San Carlo Acutis, quien hoy me ayudó y calmó mi corazón tras escuchar una de mis peticiones; y, lo mejor, no me dio lo que pedía, sino lo que necesitaba. Pase lo que pase, nada me quitará la calma que siento en mi corazón. Los tiempos cambian, pero Dios se mantiene en el tiempo.